Mal comportamiento infantil
Mi hijo se porta mal, ¿qué hago?
Seguro que esta frase os suena a más de uno y una ¿verdad?
Y es que ya sea de manera puntual o de forma habitual, son muchos los padres y madres que se encuentran en algún momento de su vida planteándose esto, preguntándose si han hecho algo mal para ocasionar este comportamiento o si es que sus peques son rebeldes sin causa y no hay nada más que hacer.
Pero yo os hago otras dos preguntas: ¿qué es portarse mal? ¿Y por qué se porta mal?
Lo que nosotros percibimos como un mal comportamiento no es más que la punta de un iceberg de lo que realmente está pasando en su interior. Esa actitud esconde mucho trasfondo, es un mensaje en clave que nos mandan y necesitamos usar las herramientas adecuadas para poder decodificarlo. Es esencial que seamos capaces de ver más allá y podamos conectar con nuestros hijos e hijas, pues realmente eso es lo que motiva este comportamiento.
“Ámame cuando menos lo merezca porque será cuando más lo necesite.” Maravillosa frase de Robert Louis Stevenson dicha por su personaje el Dr. Jekyll, que resume ampliamente lo que acabamos de comentar.
Desde su inocencia y perspectiva, hay algo que los niños y niñas siempre quieren, necesitan y piden aunque no lo manifiesten en voz alta: pertenecer y sentirse queridos.
¿Qué es pertenecer? Pertenecer quiere decir que necesitan participar, estar incluidos, sentir que también forman parte de ese todo que es la familia en lugar de sentirse desplazados y/o rechazados por ser pequeños, por no considerarlos capaces…
¿Y qué es sentirse querido? No es sólo darles un beso antes de dormir y decirles que les queremos, es demostrarles mediante nuestra forma de ser que nuestro amor hacia ellos/as es incondicional. No hablo de ser permisivos, pues necesitan límites pero siempre desde el respeto. Hablo de hacerles saber que los queremos igual sea cual sea la circunstancia y el estado de ánimo.
A veces, por distintos motivos, entienden que su forma de conseguir esa “atención” es a través de ciertos comportamientos, aunque estos ocasionen que los adultos nos enfademos y les regañemos. Quizá para algún pequeño ese regaño es mejor que nada, o tal vez están acostumbrados a que esa sea la forma normal de comunicarse con el padre o la madre.
Rudolf Dreikurs, psicoterapéuta de cuya esencia se nutre la Disciplina Positiva, decía una frase que explica en parte lo que os acabo de decir:
“Un niño mal portado es un niño desalentado”.
¿Cómo manejar el mal comportamiento?
Lo primero que deberíamos hacer es conectar con nuestro o nuestra peque. Mirar más allá de la conducta que percibimos e intentar averiguar qué es lo que ocurre.
Al conectar con ellos/as estamos consiguiendo establecer una relación de confianza y de seguridad, todo lo contrario de lo que ocurre en la educación tradicional basada en riñas, sermones, castigos, recompensas y amenazas.
Para conseguir esta conexión, esta relación de confianza, es importante tener en cuenta algunos aspectos, pero no sólo en algún momento concreto sino como forma de vida y de relación natural:
- Validar emociones. Vivimos en una sociedad en la que, por desgracia, estamos más acostumbrados a reprimir ciertos sentimientos que a darles valor. Es maravilloso reír pero parece estar prohibido el llanto, o tenemos frases geniales (léase la ironía) como “llorar es de mujeres”. Es importante que ayudemos a nuestros niños a reconocer sus emociones, les demos nombre y las validemos. Que les hagamos distinguir alegría, pena, ira, desconcierto, entusiasmo… y les ayudemos así a tener las herramientas necesarias para poder gestionarlas, para poder tener una buena salud emocional. Educar en inteligencia emocional desde pequeños para evitar que sean adultos con problemas emocionales.
- Compartir sentimientos. Así damos ejemplo de lo anterior. Los niños aprenden más con nuestros hechos que con nuestras palabras, por lo que también es bueno abrirnos a ellos, hacerles saber (sobre todo si nos preguntan) si nos sentimos de una forma o de otra, de manera que vean que es natural expresar los sentimientos en voz alta.
- Escucha activa. Esto quiere decir prestar atención a lo que dicen, oír de verdad lo que nos están contando y darles la oportunidad de hablar con nosotros. No hay que forzar a la conversación, simplemente estar ahí, mostrarnos dispuestas a hablar siempre que ellas quieran. Es esencial que no juzguemos ni se sienta nadie en la necesidad de dar explicaciones o de tener que defenderse.
- Tiempo especial. Tener marcado un tiempo en el que desconectemos de todo y sea exclusivo para nuestros y nuestras peques. Esto viene bien también en caso de tener varios hijos/as, ya que podemos dedicar un tiempo especial para cada uno, manteniendo así la conexión a la vez que podemos evitar o minimizar los celos si los hubiera.
- Abrazos, abrazos y abrazos, que siempre pueden ser bienvenidos y necesarios!
Como habéis podido leer, el comportamiento en la infancia depende en parte de la actitud que las y los adultos responsables tengamos tanto con nuestros niños y niñas como con nosotros mismos.
Este artículo está sustentado en las bases de la Disciplina Positiva. Porque hay otra forma de criar lejos de los gritos y los castigos, y una vez que encontramos el camino para hacerlo desde el respeto mutuo y la conexión todo empieza a fluir de forma distinta. Es un proceso que empieza en el adulto y que vemos reflejado en nuestros niños y niñas.
Os invito a conocer más sobre Disciplina Positiva y sus herramientas tanto en las distintas entradas del blog como en los cursos de la web.